Y aquí estoy, en este juego de redes sociales gracias a la simpática (y no lo digo con sarcasmo…) blogger de viajes María, de «El charrán Mochilero», que me ha nominado a que me sincere y claro, como decir que no.

No sin mis gafas, incluso para revisar las fotos de la cámara!
No sin mis gafas, incluso para revisar las fotos de la cámara!

El caso es que solo tengo que escribir nueve y he tenido que pensarlo mucho para seleccionar las más interesantes, así que después de esta meditación, aquí van mis «9 cosas que no sé hacer»:

  1. Cuidar las plantas. Me encanta verlas y tengo un montón de ellas en la terraza de cuando me entusiasmé y quise tener un jardín urbano… han sobrevivido solo las más fuertes.
  2. Deshacerme de cosas inútiles. Aunque lo intento muchas veces, solo lo consigo una vez de cada diez y es que la premisa de «por si acaso algún día hace falta» está en vigor en mi vida.
  3. Dejar de ver una serie de la que tengo la temporada completa. Tengo mi récord en 10 capítulos seguidos… pero es que una vez que empiezo no puedo parar!
  4. Esperar a la gente. Lo llevo fatal, la impuntualidad me pone muy nerviosa, incluso si a los que espero son clientes, me mosqueo y se me nota mucho, tal vez demasiado (una vez me llamaron la atención).
  5. Tener constancia. Soy un desastre, empiezo cientos de cosas pero luego me aburro y paso a otra distinta, a veces tardo semanas y otras veces años, pero no más de 2… ese es mi récord de permanencia en una actividad.
  6. Pensar en otra cosa que no sea viajar. Si es que no hay día que no me pare a hacer el itinerario del próximo viaje, a buscar el destino del viaje de dentro de un año, a buscar libros , leer blogs,… es imposible, no puedo.
  7. No terminarme la bolsa de pipas. Una vez que abro una, imposible parar, aunque se me corten los labios o me muera de sed, hasta la última pipa no paro.
  8. Comer sola en casa en una mesa. Si como sola el sofá es mi sitio, con la tele delante viendo una serie o, el ordenador haciendo búsquedas pero sentada en la mesa de la cocina con la mesa puesta, nunca, no puedo.
  9. Salir sin las gafas de leer. Si es que esto de los años trae consigo una enfermedad de la que nadie dice nada: la presbicia. De repente no eres capaz de leer el menú en el restaurante y le pides, amablemente, al camarero que te lo lea. Después de ese bochornoso momento me compré 3 gafas-lupas que tengo desperdigadas en diferentes sitios y ya no puedo salir de casa sin ellas. Ni a la compra… porque no veo los precios. Triste, sí, muy triste.
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